Los errores médicos más
comunes que suelen tener relación con una negligencia médica:
1º) Negligencias
médicas en Servicios de Urgencia.
Las urgencias y
emergencias médicas tienen dos ámbitos principales de asistencia, el
hospitalario, a través de los servicios de urgencias de los hospitales y el
extrahospitalario, que puede integrar a su vez diferentes recursos
(ambulancias, UVI móvil, teleasistencia, etc.) y tipos de asistencia en Centros
de Salud o consultorios, ya sean públicos o privados.
Es absolutamente
esencial la eficiente actuación de las ambulancias cuando deben asistir una
urgencia vital. El tiempo de respuesta y la correcta valoración de la gravedad
del caso son esenciales, por lo que no son aceptables retrasos injustificados,
asistencias telefónicas imprecisas, carencia de medios técnicos o humanos en la
ambulancia, etc.
Una emergencia médica
es una situación inesperada y apremiante que exige una adecuada y rápida
atención médica, pues se trata del eslabón más crítico en la cadena asistencial
sanitaria. La masificación en las urgencias, las listas de espera y los
retrasos diagnósticos, junto a las especialidades de cardiología, traumatología,
obstetricia, cirugía general y oncología, acaparan la mayoría de las
negligencias médicas que suceden en estos servicios de urgencia.
Muchas de estas
negligencias se originan por un deficiente proceso asistencial inicial debido a
la no realización de las pruebas adecuadas o bien originadas por un inadecuado
o tardío diagnóstico, circunstancias todas ellas que repercuten directamente en
la enfermedad de los pacientes que verán agravado su cuadro clínico o incluso
fallecer.
La urgencia del tratamiento
supone un inmediato compromiso vital para la salud de los enfermos, por lo que
no es admisible escatimar en recursos a la hora de alcanzar un diagnóstico de
certeza mediante las pruebas diagnósticas adecuadas.
2º) Retraso y error en
el diagnóstico y tratamiento.
Un diagnóstico erróneo
puede ocasionar múltiples consecuencias negativas para la salud del paciente,
algunas muy severas. En ocasiones, incluso, puede provocar su muerte.
En primer lugar, hay
que tener en cuenta que este error puede venir motivado por una falta de empleo
de medios, es decir, que no se hayan usado todos los recursos posibles para dar
con un diagnóstico correcto. Esto se puede reclamar. Algunos de los casos más
frecuentes de error de diagnóstico se dan en el ámbito de traumatología. Por
ejemplo, al confundir contusiones con roturas óseas.
Los casos de retraso en
el diagnóstico también pueden reclamarse. Esto se dará cuando, tras varias
visitas al médico, este decida retrasar las pruebas convenientes para dar con
un resultado sanitario en claro y, la demora, tenga consecuencias en la
recuperación o provoque daños o secuelas.
Una cuestión que
influye también en este aspecto es la pérdida de oportunidad. Es decir, si como
consecuencia de retrasar el diagnóstico en los servicios de urgencia por no
hacer las pruebas de diagnóstico necesarias, ya no se puede aplicar un
tratamiento que hubiera resultado efectivo, sería también una negligencia.
El cáncer tiene una
enorme incidencia en nuestra sociedad, siendo difícil no conocer directa o
indirectamente a alguien afectado por algún carcinoma o tumor maligno. Ello
determina la relevancia de una asistencia sanitaria que dé respuesta a un
problema de primer orden, siendo la Oncología uno de los campos que, por el
gran volumen de casos, implica que existan negligencias médicas en su atención,
tanto en el diagnóstico como en el tratamiento.
3º) Errores
quirúrgicos.
A modo de ejemplo
alguno de las intervenciones en las que comúnmente concurren este tipo de
errores médicos en el quirófano, son las cirugías neurológicas, vasculares, de
ortopedia y traumatología, cirugías de derivación gástrica, torácicas,
cardiológicas, así como las intervenciones ginecológicas u obstétricas.
Los errores quirúrgicos
más comunes no sólo están relacionados con un error quirúrgico, sino también
con operaciones en las que el paciente es intervenido accidentalmente por una
razón distinta a la que llevó a la sala de operaciones o, en la mayoría de los
casos, el olvido del material quirúrgico en el paciente. De hecho, y aunque no
estamos acostumbrados a tener conocimiento de este tipo de errores, se ha
demostrado que los errores en la cirugía relacionados con el olvido de material
en el cuerpo son uno de los casos más comunes de negligencia médica en los
casos de cirugía.
El riesgo estadístico
de que una complicación se produzca no ampara técnicas realizadas de forma
descuidada, mal planificada o contraria a la lex artis ad hoc (es decir, una
medicina poco diligente).
4º) Infecciones
hospitalarias (nosocomiales).
Los hospitales,
clínicas y centros de salud se caracterizan por unas estrictas medidas de
seguridad en la esterilización del material utilizado en la práctica clínica.
Sin embargo, un material mal esterilizado (o incluso no esterilizado) con virus
o bacterias potencialmente patógenos puede causar problemas significativos para
el paciente.
Y más allá de las
operaciones, las cirugías de los médicos son también una de las principales
preocupaciones de la propagación del virus. Debido al número de personas
enfermas que comparten tiempo y espacio, es más de lo normal que podamos
contraer un virus o una infección mientras esperamos a ser atendidos por un
médico.
Sin embargo, es
importante matizar que no todas las enfermedades que se contraigan en el centro
sanitario serán reclamables. Un catarro derivado del aire acondicionado o por
defensas bajas, no podría reclamarse.
5º) Anestesia.
La anestesia es uno de
los momentos más delicados al iniciar la cirugía. No en vano, el trabajo de los
anestesistas es uno de los mejor pagados en el campo de la asistencia
sanitaria, sobre todo si consideramos que cualquier error de cálculo puede
llevar a la muerte del paciente.
6º) Medicación.
Es probablemente uno de
los errores más fáciles de encontrar en un hospital. El lado positivo es que, aunque
es el error más común, suele ser también el más recuperable. La naturaleza de
este error puede variar mucho: desde un error en la identidad de los pacientes
al administrar medicamentos hasta una falta de información sobre posibles
alergias.
En este mismo campo
también podemos encontrar errores en las dosis administradas. Un error en el
cálculo de la dosis de medicación provocará una visita inmediata al servicio de
urgencias.
7º) Cirugía Estética,
Ocular, Odontología.
Cuando decidimos acudir
a un especialista en medicina estética o en odontología, lo hacemos con la
convicción y la seguridad de que nuestra imagen corporal va a mejorar
sustancialmente a través de estas intervenciones de mejora del aspecto físico.
De esta manera, en este tipo de asistencia médica no curativa se exige no sólo
que se utilicen todos los medios al alcance del profesional; también se exige
un resultado concreto (retoque de labios, reducciones o aumento de pecho,
aparatos de ortodoncia, implantología dental, blanqueamiento…), máxime cuando
en la mayoría de los casos se ha abonado una cantidad económica elevada para
ello.
Lo mismo ocurre en
aquellas cirugías oculares que no tratan de curar ninguna enfermedad, sino
mejorar la visión eliminando algunas dioptrías o deficiencias visuales.
En este tipo de
intervenciones la relación médico-paciente pasa a convertirse en una relación
en la que la no obtención de esa mejora estética o funcional exigible da
derecho al paciente a reclamar por no haberse logrado el resultado esperado o
prometido, a lo que hay que sumar los gastos y los daños y perjuicios
ocasionados por esa negligencia médica estética.
De esta manera, el
contrato de arrendamiento de servicios concertado entre el centro médico o el
propio facultativo y el paciente da lugar a que la responsabilidad no sea de
medios, como en la mayor parte de los supuestos de responsabilidad médica, si
no de resultado, que engloba el necesario éxito de la operación realizada.
En el caso de
tratamientos Estéticos, Oculares, Odontológicos, el deber de información médica
es especialmente trascendente, porque ésta se funda en el derecho del paciente
a conocer los eventuales riesgos para poderlos valorar y con base en tal
información prestar su consentimiento o desistir de la operación inicialmente proyectada.
Muchos modelos de consentimientos informados son estandarizados, incompletos o
no contemplan la totalidad de los riesgos posibles o individualizados, pues
cada paciente es diferente y el consentimiento no puede ser siempre el mismo
para todos los casos.
8º) Falta de
consentimiento informado.
Siempre que un paciente
comienza un tratamiento médico o va a someterse a una intervención, el
profesional sanitario debe informarle de los riesgos que conlleva. El
facultativo tiene la obligación de informar verbalmente de los riesgos y de
presentar un documento en el que se especifican los posibles problemas que
pueden surgir, ya sea durante el tratamiento o a posteriori. Es lo que se
conoce como consentimiento informado: el documento por el que se acredita que
el paciente ha recibido la información necesaria sobre su tratamiento o
intervención y está de acuerdo con ella.
No obstante, son muchos
los casos en los que, una vez iniciado o terminado el tratamiento del paciente,
este sufre daños de los que no tenía constancia o no sabía que podían suceder.
Es en estos casos cuando puede reclamar por daño desproporcionado.
9º) Error en
seguimiento.
El seguimiento médico
es un proceso de atención sanitario que continúa a otra intervención
diagnóstica o terapéutica con el objetivo de finalizar el episodio de atención
iniciado para conseguir su completa recuperación, o de mantener un estado de
salud satisfactorio en enfermedades crónicas.
La negligencia médica
aparece cuando, el facultativo considera que no es necesario realizar un
seguimiento de la enfermedad (o tras ella), o no establece uno adecuado para el
paciente. De tal modo que este acaba sufriendo daños derivados de ese
seguimiento erróneo. El caso más habitual es el error en el seguimiento de un
paciente con cáncer para evitar la aparición de metástasis.
10º) CONCLUSION:
Los errores médicos son
más comunes de lo que pensamos. Las consecuencias son, en muchos casos,
reversibles, pero no por eso es algo que debamos dejar de lado. A veces estos
errores son el resultado de una mala comunicación con el personal asistencial
que nos atiende, por lo que, para limitar estos factores de nuestra capacidad
de actuación, la relación de confianza entre el paciente y el médico debe ser
fluida y totalmente abierta, bilateralmente. Esta es, sin duda, la mejor manera
de minimizar el error humano.
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